lunes, 27 de junio de 2011

Thomas Pynchon / V.

I


El schlemil de Benny Profane es un vagabundo de primera:

“Raspó la barbilla contra el micro del teléfono, haciendo sonidos rechinantes con la barba de tres días. Pensó que en todo el camino hacia el norte, a lo largo de los ochocientos kilómetros de longitud del cable telefónico subterráneo, tenía que haber lombrices de tierra, ciegos gnomos y seres por el estilo que estarían escuchando. Los gnomos saben un montón de magia: ¿podrían cambiar las palabras, hacer imitaciones vocales?” (Pág. 37[1])

Todo schlemil tiene su Rachel Owlglass:

“Se notaba que sus ojos habían sido objeto de mil secretos cuidados. No necesitaban la calina del humo de un cigarrillo para que su mirada viniera a posarse en uno desde su fondo sensual, incitador e insondable. Llevaban su propia niebla con ellos. Nueva York debía de haber sido para ella una ciudad de humo; sus calles, los patios del limbo; sus cuerpos espectros. El humo parecía estar en su voz, en sus movimientos, haciéndola tanto más real, más allí. Como si las palabras, las miradas, las pequeñas lujurias sólo pudieran como el humo en su largo cabello, ser burladas y aquietadas; quedar allí inutilizadas hasta que ella las dejara en libertad, accidental e impensadamente, con una sacudida de cabeza” (Pág. 55)


II


En V. hay tres protagonistas: el mencionado Profane, Stencil el perseguidor de V. y la omnipresente V.

Stencil, si bien es mencionado desde el capítulo 2, aparece en acción en el 3. El subtítulo reza: En el que Stencil transformista, lleva a cabo ocho personificaciones. Este repertorio de personificaciones es una técnica denominada “Vigorosa dislocación de la personalidad”. Nos pregunta el narrador ¿para qué hace esto Stencil? Y responde: “Para mantener a Stencil en su sitio: es decir en la tercera persona” (página 66). 

Sobre una de las dislocaciones identitarias de Stencil se dice:

“Mera pieza del tren para cualquier observador casual, en su vida privada era Waldetar esa precisa mescolanza de filosofía, imaginación y constante preocupación por sus diversas relaciones, no sólo con Dios, sino también con Nita, con sus hijos, con su propia historia” (capítulo 3, pág 83)


Las ocho personificaciones son las siguientes:

  • P. Aïeul à Mozo del café de la plaza Mohammed Alí
  • Yusef (el factótum) à Anarquista. Encargado de la mesa del ponche en el consulado de Austria. Cedido temporalmente por el hotel Jedival.
  • Maxwell Rowley-Bugge à Vagabundo que simula ser turista; es en realidad Ralph MacBurgess ex artista del vaudeville inglés, algo pedófilo: “´Pero lo saben´ se dijo Max a sí mismo, ´no importa la edad, saben lo que es, lo que hacen. Lo único es que no piensan demasiado en ello´. Por eso él había trazado la línea de los dieciséis más o menos… un poco mayores y la literatura, la religión, el remordimiento, entraban como torpes tramoyistas y destrozaban el puro pas de deux” (pág. 74)
  • Waldetar à Maquinista del tren expreso Alejandría-El Cairo
  • Gebraíl à Cochero de El Cairo sumamente religioso
  • Girgis à Saltimbanqui. Subsiste además en el robo con escalo y la prestidigitación
  • Hanne Echerze à Camarera del Boeblich´s, cervecería alemana ubicada al norte del jardín de Ezbekiyeh en El Cairo
  • ¿? à Figura al final del pasillo en el teatro de verano del jardín de Ezbekiye, ¿testigo de un homicidio?



[1] Todas las citas y referencias corresponden a la edición de Tusquets Editores, colección Fábula, Julio 2008.  Traducción de Carlos Martín Ramírez. En uno de los pasajes citados, caprichosamente, meto mano y modifico el tuteo por el voseo y la correspondiente conjugación de los verbos. 

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