viernes, 20 de abril de 2018

Sobre el pasto de Urón (Safari y Tanco)



I
En las breves colinas de Íoe 
mientras, las olas
de lava se sacuden y
el viento arrastra el vapor
hacia el exterior,
una de sus novias
rueda pendiente abajo
para incendiarse
en el instante

Safari mira con nostalgia
el reguero de sangre blanca y
felpuda que ella ha ido dejando
como huellas de la calamidad
insignificante de una vida
y él sólo
puede pensar
en los pastos de Urón

II
Mientras Tanco le acaricia
los mechones de su barba
Safari piensa:
Tanco ha visto
el fondo de mi alma y
se parece al fondo
 de la suya
Por esa
razón
me ama
Yo lo acepto
lo comprendo
porque
acaso amar
¿no es tener el tiempo
suficiente para hurgar
en el fondo del otro
y encontrar algo
que se nos parece
pero que es
absolutamente extraño
como cavar y cavar
en una pradera
de algún planeta desconocido
y encontrar un hueso,
un hueso roído
por otros dientes?

III
En la oscuridad de un viaje
por las nebulosas
las mañanas son  claras
casi transparentes
de promesas.
Algo duerme
cruzando las habitaciones
y las compuertas.
Safari corre
en círculo cerrado
sobre las baldosas
de un patio fingido.
El constante placer del instante
anula cualquier posibilidad de proyecto. 
Tanco concluye:
cuando se ha olvidado
el origen
la conciencia del artificio
es lo de menos.

IV
Safari persigue una pelota naranja
desorbitada
 a contra pelo de las leyes de la física.
Su misión ha sido siempre
rastrear la estela de la orina vieja
en milenios de permanencia flotante.
Su fidelidad (¿una insistencia?)
es la voz, el llamado.
Su básica, aunque firme
estructura sentimental
en derrotero brusco
asteroide vibrante
diminuto cuerpo
en deriva pautada
por el mapa cósmico
de lo refulgente.

V
Las luciérnagas
invaden la noche
en las ciénagas de Iris
y él
enchastra sus patas 
y piensa,
piensa mucho.

VI
Todo zumba y
 los bigotes de Safari
tiemblan y se retuercen
hasta que dejan atrás
las nubes de Tlupón
y del otro lado
el polvo
es verde y amarillo
pero él está nadando
en un violeta oscuro
lejos de allí
como un asteroide
en el punto más distante
de su orbitación
alrededor de Urón



Desechos espaciales - Nicolás Zuriaga


VII
Escribe Tanco:
para esquivar
una gran ola
de basura espacial
descendemos en Kritón
a tomar algo fresco
Safari trepa
su lengua afuera
un géiser de nitrógeno
No quiere perderse
la vista excepcional
de la lluvia de diamantes
de Noptenu

VIII
Tanco coteja
datos buscando
configuraciones químicas
desconocidas. Safari entonces
para distraerse de la monotonía
del planeta blanco se pone sus auriculares
y sale de paseo. De improviso, como todo lo que
sucede en ese planeta en el que poco sucede, una
tormenta surge desde el horizonte. Safari de espaldas
a la tormenta no la nota: trota trepa salta y no escucha los
llamados de Tanco. Es tarde y la tormenta está encima de él.
Los pelos sedosos y amarillos de sus orejas contienen las esporas
letales que revuelve la tormenta, Safari tiene terror de morir y
vomita sobre la superficie plateada de la laguna de hielo.
You and me, you and me suena en sus auriculares.
Una fuerza lo detiene, algo que viene de otros
tiempos y que en otros lenguajes se llama
bilis negra, se frena y el filo de sus garras
desgarra el hielo como un estirado
y débil papel y las rayas
que dibujan los cortes
que se producen
en la superficie
helada
duplican
su figura
como
en un
espejo

Pero en el dibujo pasa algo
con el tiempo
algo que hace ir todo
hacia atrás
y las esporas de sus pelos
regresan a las flores
y su vómito vuelve a su estómago
y todo va cada vez más rápido
la nave las constelaciones y el fuego
hasta que la nave aterriza
una vez más en Urón
Lo extraño es que la canción
sigue hacia adelante
todo ha pasado antes de que la canción termine
y cuando llega al final
el dibujo de Safari que Safari ve moverse
en el hielo
deja de correr hacia las praderas de Urón
feliz como la primera vez, feliz.
La canción termina
y Safari se encuentra
de nuevo sobre el hielo
resquebrajándose
y cuando se rompe
no se ahoga
no cae en un fondo líquido
sino que hay más hielo
capas y capas
de fino hielo
con pasillos de aire
infinitos

IX
Más allá del sistema
cruzando nebulosas
de roca pesada
los miasmas de luz
son brillantes
como las voces
de los seres
que ahí descansan
y repiten fórmulas olvidadas
que expresan
el dolor lleno 
de pasado y por venir.
Safari
como queriendo aliviarlos
del peso de la eternidad
les narra un cuento
donde él corre y
entierra huesos
en los pastos de Urón

X
En un descuido, Tanco pregunta: pero ¿qué es, en fin? 
¿de qué materia está hecha esta obsesión?

Si pudiera hablar, Safari respondería:
Fabricado con la corriente que conecta los filamentos de las ilusiones,
su materia no es inmaterial
sólo es invisible
Somos prófugos de la justicia intergaláctica y debemos escapar, pero
mientras comés tu tostada resintetizada y me mirás
inquisidor, incomprensivo y molesto
yo tengo el consuelo de haber conocido las heridas de sus tallos
al doblarse con el viento helado,
el aroma de su sangre desprendida
y he dejado las huellas de mis garras
sobre su oscura y blanda tierra
como si firmara un pacto,
una sugerencia de propiedad que no diferencia
en la pertenencia 
al sujeto del objeto

De mí a su violeta
puede caber el universo entero
sin embargo, el espacio
no puede ser una medida de separación,
al igual que la huida no puede excluir la permanencia
de espacio a espacio no hay distancia
y el recorrido de un punto a otro
sólo es la extensión de la existencia sobre sí misma

XI
(Pasto de Urón)

Quiero hacerlo
una vez más
sobre el pasto de Urón

jueves, 22 de marzo de 2018

Alejandro Roca 2017


Negocios que alquilan DVDs como si internet no existiera
el bar con mostrador lleno de viejos, los adolescentes
viéndose las caras vuelta tras vuelta del perro.
No es sólo que no haya computadoras a la vista. No son estas opiniones
políticas mezquinas o nulas, ni su práctica de la hospitalidad.
Cosas a las que me había desacostumbrado
las casas familiares de los pueblos
las comidas generosas y sencillas
asado y ensaladas, huevos rellenos, vino y soda
todo tipo de gaseosa, frutas de postre, queso y dulce
mate con facturas y torta o masitas
dulces, saladas, con almíbar y gusto a ajenjo
gente que pasa y saluda, parientes que no son parientes
pero que son la imagen ideal de un pariente.
Algo quizá del retraso masculino, algo de la paciencia cargada
de sacrificio de las viejas
sus hijos perdidos, sus hermanos enfermos, sus maridos muertos
el cuerpo deformado por las labores de campo desde niñas.
Ordeñá la vaca, cortá la manteca para vender
llevá los quesos, amamantá el niño
subí a la bici, hacé el reparto
regresá a hacer la comida
para tu esposo, tus hijos, tus hermanos
y de viuda cuidá a tu suegra hasta su muerte
y después a tus cuñados hasta sus muertes
y a tus hijos hasta que se pierdan o se mueran.
Algo que tiene que ver con darme cuenta
de lo poco que gano, de lo mucho que gasto
en la ciudad de la imposibilidad .
Algo de todo eso tiene que ser.
Pero también otras cosas.
La lectura de los poemas de Carver, a los cuales me abrazo
a través del e-reader para intentar conciliar
la siesta bajo el aparatoso ruido del ventilador.
La cena en la vereda mientras un tele desde el interior
de la casa reproduce la entrega de los Oscars
nadie le presta atención, no ubican a Ryan Goslin
su gesto derrotado, su risa de me lo imaginaba
a nadie le importa el error histórico
de la última entrega en 89 años de premiaciones
los mismo años que tiene la dueña de casa
última representante de un perfecto español italinizado.
Algo que se desprende de la contradicción
que representan mis puchos armados
de la ausencia de todo deseo sexual sofisticado
y de este insomnio
en el que no dejo de recordar
la tarde pasada
la ida al campo
Obama, el pequeño toro negro sin castrar
y Melania, la ternerita que no puede beber
de la ubre hinchada de su madre.
El tiempo incrustado en sus rostros.
Todo esto acabará y no quedarán huellas.
Como esas viejas
cuando llegue la hora
sólo espero ver a mis muertos.