viernes, 25 de febrero de 2011

Tecno-pacificador

 Las profecias se autocumplen o autodestruyen en las manos heridas de los decididos, y se vuelven sagradas o apócrifas en las bocas ulceradas de los charlatanes. La multiplicación pornofuturista se enciende en la sangre de los guerreros. En la imaginación de G., la revolución pornofuturista admite alternativas; sin embargo no es posible sin sacrificios.

En el primer tiempo pensé que tan sólo era un período de adaptación. Sabía que no todo se ajustaba al código de auto-regimiento. Pero lo dejé pasar: esa sensación era tan sólo una resonancia apagada, casi imperceptible. Además, tenía plena confianza en la consumación de los hechos… Debería haberlo sospechado. Esas mismas anomalías eran el anuncio: irregularidades técnicas, manifestación de sentimientos, especulaciones mentales, sumado a ese hormigueo energético en las bio-partes humanas. Todo eso era imposible en un tecno-pacificador. Sin embargo, no mucho tiempo después ya tenía la certeza de que la conversión no se había cumplimentado. Seguramente una avería en el intro-gestor mandaba la señal regular al comando central; esa era la única explicación de que mi irregularidad no fuera registrada. También mi mnemo-scanner estaba averiado: ningún recuerdo desde la conversión ha sido borrado. Por eso puedo recordar que continué así durante veinticuatro años del eón de ordenamiento. Nada que tenga algún vestigio humano, por mínimo que sea, podría soportar aquellas tecno-pacificaciones. Tan sólo recordar las irrupciones normalizadoras en el distrito KS231 hace que la manifestación energética en las bio-partes arda como un láser de desintegración intensiva. Con el tiempo he aprendido que los profetas ultramundanos le llamaban culpa. Pero el caso más desestabilizador es el archivo 107300/M, aquella niña del cantón de Ur, refugio de rebeldes de la coalición séptima. Con sus nueve años me miró directo al catego-visor y, con una tranquilidad absoluta, me reveló la profecía, antes que la pacificara a ella y a su pequeño feto. No entendí cómo, pero ella sabía con quién estaba hablando.
Recién ahora puedo ver claramente que la conversión no se cumplimentó al no producirse completamente la inhibición espiritual: este hormigueo energético se hizo con el tiempo cada vez más fuerte hasta que retomó su electro-forma: mi personalidad. También puedo recordar por qué busqué aquella conversión de la que ahora tanto reniego: tan sólo deseaba abandonarme en la paz absoluta que se prometía con la consumación de los hechos. Las multiplicaciones se habían tornado una transgresión sin precedentes; la desmesura más radical y destructiva. Los neutralizadores anímicos se volvieron completamente obsoletos debido al consumo desmedido de euforizantes. Nada de lo que se había buscado con las multiplicaciones pareció llegar al destino deseado. Entonces la nueva solución se impuso. Algunos la aceptaron, otros no. Yo me resolví por la conversión. Necesitaba borrar de mí la tortura interior de años de desmesura. Decidí ser un converso tecno-pacificador. Pero las cosas tampoco salieron como esperaba. Después de tanto tiempo, se ha hecho evidente que la tecnocracia del universo ha sido la más terrible transgresión del bio-orden. Desde hace años pienso en la serenidad de esa niña, que sabía que iba a ser pacificada. Mi inquietud más grande es saber que yo jamás podré alcanzarla…

Puedo visualizar que han dado la señal de pacificación. El bio-analizador del edificio me ha registrado cuando entraba. Me están buscando. Todavía ahora sigo recibiendo todas las normativas. No pueden desconectarme del comando central. Es otra señal. En 38 segundos se produce la irrupción.
Esta noche comienza la consumación de la profecía. No me preocupa que puedan neutralizar y eliminar mi archivo. Es inevitable que los motivos de este acontecimiento se difundan en las redes clandestinas suburbanas. “Está escrito desde siempre” - dijo la niña - “la profecía del nuevo eón comienza con el suicidio de un tecno-pacificador”. Es cierto, la destrucción de la tecno-cracia planetaria comienza desde su interior, en su enlace de seguridad más firme: mi auto-destrucción es inevitable. El desintegrador está cargado. Ya están sobrevolando el edificio…