viernes, 6 de mayo de 2016

Fondo Malicha: un juego para niños escondido en los bordes de lo importante

La Biblioteca Elma K. de Estrabou de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC contiene un acervo dedicado a la Literatura para la Infancia y la Juventud (LIJ) de acceso público, como ninguna otra biblioteca o institución en todo el país: el Fondo “Malicha”.




Con algunos ejemplares de fines de 1800 y otros que se remontan a la década del 20, pasando por los 50, los 60 y los 70, hasta libros editados en los comienzos del siglo XXI, el Fondo Malicha reúne materiales que atraviesan los grandes hitos de la historia de la LIJ. La existencia del Fondo pone en foco una cuestión fundamental en torno a las grandes discusiones de este campo: ¿por qué la academia se resiste tanto a darle el lugar que merece?

El Fondo se conformó a partir de la donación en el año 2005 de la biblioteca personal de la Profesora Emérita María Luisa “Malicha” Cresta de Leguizamón, a la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Humanidades. La donación (una de las más grandes de la historia de la biblioteca) contó con más de 5.000 ejemplares de diversas áreas temáticas. La parte perteneciente a la LIJ, con más de 1.000 ejemplares, pasó a constituir la primer gran colección específica de este tipo de literatura en la Biblioteca. La cantidad y variedad del conjunto de libros de LIJ de la donación, llevó a convocar a miembros del Programa de Promoción y Animación a la Lectura y a la Escritura (PROPALE) para generar un proyecto interdisciplinario denominado “Puesta en valor de la Colección Malicha”. Cabe aclarar que el PROPALE, dirigido por la Dra. Susana Gómez, es un programa dependiente de la Secretaría de Extensión, con más de 10 años de vida continua, que tiene diversas aristas: formación a distancia, extensión en contextos comunitarios e investigación. La labor conjunta que viene realizando con la Biblioteca implicó un enorme trabajo en el estudio del material, en el procesamiento y su catalogación (a través del buscador web de la biblioteca pueden realizarse consultas bibliográficas de todo el contenido), sumado a múltiples actividades de difusión en torno a la LIJ y al Fondo que se realizan año a año: homenajes a grandes figuras de la LIJ, mesas de escritores, talleres, etc.

Se puede decir que el Fondo se constituye en el archivo histórico inapelable que Malicha, acorde a una de sus preocupaciones vitales, se encargó de legar a la biblioteca de la Universidad como uno de sus últimos gestos en la búsqueda de ubicar a la LIJ definitivamente en el corazón de la academia. Para comprender la importancia de ese gesto hay que situarse en el campo de la LIJ y de la lucha constante de su comunidad por obtener el reconocimiento que merece. Como se sabe se trata de un territorio de problematización constante, pero académicamente casi pasado por alto: fenómeno comercialmente muy exitoso, pedagógicamente sospechoso, teóricamente muy discutido del que muchos escritores e investigadores, a lo largo de la historia, han querido despegarse por ser considerado “literatura menor”. El menosprecio académico, empero, que ha sufrido la LIJ es curioso: quizá las preguntas y las respuestas que tiene para ofrecer sean mucho menos inocentes de lo que se pretende. En la actualidad, es cierto, está empezando a ocupar un sitio de “seriedad”: tesistas de grado y posgrado se reciben con investigaciones en LIJ, numerosos escritores buscan asociarse a ella, los lectores que no necesariamente son ni “niños”, ni “maestras”, ni “madres” proclaman (como una minoría orgullosa peleando por su visibilidad o tal vez también como un fandom cualquiera) ser lectores adictos de su producción.

El interés y la preocupación de Malicha dio sus frutos. El valor histórico y el potencial investigativo de la colección es sorprendente y abrumador. La vida y la trayectoria de la profesora emérita, sin dudas, explican la diversidad y el valor del material donado. Maestra, pedagoga, especialista en Literatura Latinoamericana y escritora, poseedora de una energía infinita, Malicha era conocida sobre todo como una de las pioneras en Córdoba y el país en su trabajo constante de difusión, formación e investigación en Literatura para la Infancia y la Juventud. Famoso fue su programa radial para niños “Pajarita de papel” desde 1967 y durante 9 años en Radio Universidad de Córdoba. Era normal que le llegaran los libros de todos los escritores más talentosos en el ámbito a nivel latinoamericano: muchos de los ejemplares donados llevan la firma dedicada y cariñosa de los autores, al mismo tiempo que en sus márgenes pueden leerse anotaciones críticas de la profesora, que sobre todos tenía algo para decir.

Exiliada durante la dictadura en México y en China, Malicha llegó a adquirir materiales únicos. La gran mayoría de los libros del Fondo son imposibles de conseguir en la actualidad. Primeras ediciones como Tutú Marambá de María Elena Walsh, La torre de cubos de Laura Devetach, El gallo pinto de Javier Villafañe, ejemplares rarísimos e invaluables como el Aquí no vuelan las mariposas (esa brutal y conmovedora antología de textos y dibujos de niños y jóvenes que vivieron el horror del campo de concentración en Terezín), colecciones de carácter casi mítico que forjaron los orígenes de la LIJ nacional como Bolsillitos, Los cuentos del Chiribitil o Cuentos del Polidoro; libros muy discutidos por su bajada pedagógica como La familia Conejola de 1943 de Constancio Vigil y los libros escolares de editorial Peuser. También hay antigüedades como un Pinocho de 1922, que incluye una serie de relatos alternativos además del más conocido de Collodi, los Cuentos bretones de 1900 y La cabrita de oro de 1885. Decenas, literalmente, de etcéteras. Además, hay que sumar las donaciones del CEIP Castilla-La Mancha, y de bibliotecas personales como la de Evelin Hohne y de Laura Roldán que se vienen anexando en los últimos años. Un necesario trabajo en la ampliación del acervo de LIJ de la Biblioteca que es realizado principalmente por Adrina Vulponi, encargada del Fondo por parte del PROPALE.

Pese a todo, la importancia de la LIJ en la academia sigue siendo muy discutible. Quizá no sea casualidad que cuando uno ingresa en las visitas al Fondo, organizadas por Suny Gómez, Adriana Vulponi y Florencia Ortiz (docente de la cátedra Enseñanza de la Lengua y de la Literatura y miembro del PROPALE), deba atravesar, en respetuoso silencio, todos y cada uno de los estantes de la biblioteca de la FFYH cargados de muchísimos libros “serios” y de Literatura (así con mayúscula). El material del Fondo, por su parte, nos aguarda en el rincón más alejado, como un animal al acecho, resplandeciente en su guarida.