viernes, 29 de octubre de 2010

La recién llegada I

2   
(niña)


El ojo avizor advierte mi presencia. ¿Cómo lo logra existiendo tanta gente? Mi vestido rojo probablemente lo ayude, entre tanto gris y negro, tantos vestidos de tonos apagados, tantos rostros resquebrajados por el polvo. Advierte mi presencia, pero ¿por qué?

Acabo de despertar de un sueño extraño que apenas si entiendo: soy un hombre en un tiempo antiguo, escribo cosas.

Me desperté en mi ciudad es cierto, que reconozco con facilidad, pero estoy sola con mi vestido rojo, descalza, y mi pelo largo y rubio. Salgo del callejón, camino mezclándome entre la multitud que vuelve de sus trabajos, compra algo y regresa a su casa. ¿Dónde está mi casa? No sé, no puedo recordarlo. Tampoco el rostro de mi madre, ni que edad tienen mis hermanos. ¿Soy la menor? Tengo 13 años, de eso estoy segura. También sé que no tengo padre. Es mi ciudad, debo tener un hogar en alguna parte, aunque no lo recuerdo y el ojo me advierte. Entonces ¿soy una extraña, una recién llegada?

Algo me dice que corra y me esconda, ya estarán acercándose. Puedo escabullirme por unos momentos; conozco las calles, los negocios y los atajos. ¿Cómo es posible? ¿De dónde provengo? Piso agua acumulada en una esquina y torpemente resbalo. Una mano agarra mi brazo para levantarme, ¿son los hombres que el ojo ha enviado en mi búsqueda?

Nada me sostiene. La mano se pierde en el aire, en la transparencia que soy. Me elevo, los veo señalar hacia arriba. ¿El ojo me ha desvanecido para llevarme ante él? Una brisa me arrebata y me pierdo entra las luces más altas.


miércoles, 20 de octubre de 2010

Retrato de Nan

En mi bilbioteca tengo un libro de fotos Joel-Peter Witkin. Revisar ese libro de noche, en soledad, sin saber quién es Witkin, puede ser peligroso para la vida de nuestros sueños.

jueves, 14 de octubre de 2010

En la era de la multiplicación

Suele sucederme que
la lapicera
y mis dedos se retuerzan
afanándose por exprimir
la forma de un recuerdo
que repita la alegría y la certeza
de las tardes de fin de semana
cuando todavía resta,
para enmendar las decepciones,
la esperanza sin sustento
de una buena noche

Y nunca logro la exactitud
sino que la forma es agredida
por visiones migratorias
de bailarinas emplumadas
sabores de gaseosas
o descapotables abrillantados
Entonces
cuando el recuerdo toma la velocidad de un sueño
me transformo
en presidente de una isla desierta o
en héroe depravado
rescatista de la princesa generosa
Le preguntaré a Joe:
¿qué significa?
¿cómo hacer para detener
la cadena de imágenes
que con ánimo intervencionista
sabotean mis recuerdos y los minan
con slogans de otro mundo?
Joe: ¿son mis enemigos?
¿o eso es un tema de perspectiva?
¿dejaré acaso que con el ritmo ajustado
de una marcha de palabras
penetren en mi carne
se multipliquen
y me convierta en el profeta
de una nueva era?

miércoles, 13 de octubre de 2010

La recién llegada

1   
(cita)

¿Cuánto tiempo hace que estudio estas ciencias? Un buen puñado de meses, un confuso manojo de años. El primer acercamiento escéptico; después, la noche de revelación y los meses siguientes de profunda curiosidad; la cúspide obsesiva por llegar al límite del fenómeno; más tarde, el vaivén de frustraciones y nuevos entusiasmos.

¿He recogido, a lo largo de mi experiencia, alguna certeza? ¿Algo más fiable que una lista de anécdotas alucinatorias? Pues sí. Tengo pruebas, cientos de ellas; sin embargo ninguna autoridad científica les encuentra sustento. De todos modos, ya no tengo resentimientos. Es más, lo entiendo perfectamente. Otra demostración de mi espíritu realista. Nadie que esté ocluido por verdades de segundo orden, en las instituciones pedagógicas y de prácticas de lo legal, se lo puede tomar en serio. Está bien. Para este tipo de juicios soy apenas algo menos que un místico religioso, algo más que un parapsicólogo urbano… Además, mis inclinaciones descubiertas no podrían dejarme bien parado. Bueno, lo merezco: nunca supe relacionarme en mi vida. Ahora sólo me quedan los recuerdos de mis viajes, un vacío contra el que ya nada puedo hacer y esta cena frugal.

Recojo los platos y los restos. Luego, de camino a mi habitación, soy presa de una punzada en mi estómago. Es un posible comienzo. Creo desmayarme; no obstante, me desvanezco. Veo mis ropas en el suelo, incluso veo más allá de la materia, a través de ella. Una luz me succiona hacia arriba; soy una evanescencia de micropartículas en dispersión.