viernes, 2 de octubre de 2015

Hileras de sonido y filas de centeno

En un momento, Recabarren ríe.
El locutor ríe.
Quién ha llamado ríe.
Están sumergidos en una gran historia sin dirección, están escuchando algo irrecuperable.

Mientras investigo para una ponencia de literatura Argentina, leo el cuento de Borges El fin. En ese texto, me encuentro con un personaje que ya conocía: Recabarren. En realidad, ya conocía al Recabarren de Borges, ya lo había leído antes, más de una vez, pero hace mucho. La familiaridad del nombre tenía que venir de otra parte, estaba seguro, una lectura más cercana. Pensé en Capote o en Vonnegut. Pero no, ¿qué iba a hacer un Recabarren ahí?  Ah, sí, claro. Los Centeno de Natale. En efecto, allí está Recabarren. ¿Qué hace Recabarren en la novela de Natale? Les cuento: en la novela de Natale se siguen varias historias de distintos personajes que se apellidan Centeno. Estos diferentes Centeno pueden o no ser familiares, pueden o no estar relacionados. No importa. En todo caso, en el libro deambulan otros personajes que no son Centeno, pero que, sin embargo, algo implicado en la palabra Centeno los relaciona. Recabarren es uno de ellos.



Atendamos a una cosa: Centeno es un apellido y es un cultivo (el hermoso whisky se hace de su destilación) y es parte del título de una de las novelas más famosas de la literatura contemporánea (a la cual, sin duda, Natale homenajea). Por otro lado, no hay que olvidar que Centeno es una palabra y, por lo tanto, es también una hilera de sonidos. Recabarren, entonces, es uno entre otro de los muchos personajes que sigue la perspectiva narrativa y que no se apellida Centeno, pero que está relacionado con la palabra Centeno. Pero ustedes dirán ¿qué hace Recabarren en la novela de Natale, maldita sea? Bueno les cuento: en el colegio al que asiste, Recabarren dibuja, dibuja mucho, y una de las cosas que intenta dibujar es una imagen para las palabras “filas de centeno”. Pero ¿cómo hacerlo siendo que en esta parte del continente, a menos que busquemos en internet, muy pocos tendrán una imagen para esas palabras? Imágenes y sonidos: ¿qué loco, no?  Después, Recabarren deja de dibujar y repite muchas veces ese año del colegio. Más tarde, algo le pasa y se recupera socialmente: se recibe y termina conduciendo una sección en un programa de radio, sección a la que él decide llamar “Filas de centeno”. El primer día la sección no funciona. El segundo día es un éxito. Durante una hora y media Recabarren recibe llamados de los personajes de la novela. Seis de los siete que llaman se apellidan Centeno. 

¿Y qué tiene que ver con el Recabarren de Borges? Tal vez, un homenaje. En la novela hay varios guiños de este tipo, una suerte de indicios para armar un rompecabezas de la tradición literaria a la que adscribe el autor. Más probable es que sea sólo una coincidencia, un gusto particular y aislado por el sonido Recabarren. O quizá Natale conoció un Recabarren real que hablaba poco y dibujaba mucho. No lo sabemos. Se puede, de todos modos, arriesgar otra hipótesis. Algo rebuscado y casi sin sentido. Pero no veo por qué no hacerlo. Al fin de cuentas, leer un libro es mezclarlo con otros en el cubilete de nuestras memorias para sacudirlo y reencontrarnos con combinaciones azarosas e inusitadas. 

Entonces, les sigo contando: en el cuento de Borges, Recabarren es el pulpero hemipléjico que atestigua por segunda vez un duelo clásico de la literatura argentina: Martín Fierro vs. Un Moreno. El cuento de Borges imagina otro final, menos reaccionario, para la obra de Hernández: una buena pelea a cuchillos en la que el moreno hijo deja tieso a Fierro. ¿Y Recabarren? Recabarren es el dueño de la pulpería, el testigo. Es desde la mirada de Recabarren que asistimos a este otro duelo final: “Desde su catre, Recabarren vio el fin”. Y es también desde sus limitaciones: “Después vino otra puñalada que el pulpero no alcanzó a precisar”.  

Pero ¿cuál es mi hipótesis? Bueno, esta es: ambos Recabarren son el punto de cruce en el que se anudan las distintas historias. ¿Eso nomás? Eso nomás. La profundizo resaltando una diferencia que tiene que ver con las imágenes y los sonidos: en el cuento de Borges se trata de la mirada de Recabarren. Recabarren testigo, ojo, mirada desde la cual accedemos al fin de Fierro. Punto de cruce, la mirada de Recabarren nos permite entrelazar dos finales posibles para el destino del gaucho. En la novela de Natale, en cambio, es el oído de Recabarren. Es en su calidad de escucha radiofónico, porque a pesar de que él es el conductor del programa no dice más que unas pocas palabras, lo que permite el encuentro de todos los personajes de la novela. Es, en otras palabras, a partir de la escucha que recibe, el oído que como un vaso vacío permite que se llene de historias, desde donde los personajes se entrelazan y dan cuenta de la cifra de sus destinos tal como se han desarrollado en la novela.



Muy bien, eso es todo. No se enojen. Como los Recabarren de Borges y de Natale, sólo quería intentar un punto de cruce entre lecturas distantes.

Emiliano Baigorri

Publicada originalmente en Nudista