martes, 25 de marzo de 2014

Marcela profética






He visto campos
sembrados con niños
incendiarse una mañana
de mucho sol.
Sus breves cabezas
lanudas ardiendo
hasta el anochecer.
He visto a la memoria
transformándose
en venganza.

He visto mucho antes
de los confines del tiempo
ingresar naves de combate
por el corredor
de las Sierras Chicas
arrojando rayos desintegradores
sobre los countrys.

He visto las bestias metálicas,
los insectos de acero,
junto a los fantasmas negros
de las lavanderas
furiosas, emerger
desde el Suquía
reptar por las paredes
de la Cañada y emprender
el ataque
hacia el Sur de la Ciudad.

He visto las llamas
en la ciudad. Los cyborgs
en apoyo de la revuelta
multiplicadora
tomar el control
de la plaza San Martín.
La cabeza del gobernador
en una pica, el cuerpo
del intendente
empalado
aún vibrante
sobre una plataforma improvisada
sobre San Juan y M. T. de Alvear.

He visto la viruta
del metal incrustarse
en los pliegues deformados
de las frescas cabezas
como frutas
de jóvenes muchachas
que soñaban ser banqueras.
Sus sueños diluidos
corriendo por el asfalto
hasta mezclarse con la grasa
chorreante
de los carros propulsados
del 108º Festival Internacional del Choripán.  

He visto la traición académica
y el corte limpio de sus intestinos
He visto la desesperación
en las trincheras de Nueva Córdoba
la última resistencia,
Los he visto perecer.

He visto en una terraza
de un edificio de Alberdi
un corral con gallinas y puercos,
las cámaras de la televisión
registrando el manifiesto
de un grupo de payasos
degollándose a sí mismos.
El tajo de sus gargantas
abrirse como párpados,
la sangre como un llanto
derramándose sobre las plumas
y las pieles de los sucios animales.

He visto esto
una y otra vez.
Lo he visto
extasiada siempre.
Cuando todo acaba
pongo en mi equipo de música
Division Bells de Pink Floyd.
Me tomo un café
enciendo un cigarrillo
y fumo
hasta que las campanas
ya sólo repican
en mi cabeza.   



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