Playground by Matus Garaj
Un paso para atrás
y otro más
prueba un bailarín
como intentando deshacer
las escaleras del tiempo
en una pista de baile improvisada
allá, en ese patio
donde se celebra un cumpleaños
tantas cosas ocurriendo
tantos puntos interceptados
por entre esos besos
a los vasos de vino
el sol escurriéndose
desde los ramajes de los cítricos
y la música subiendo
y las risas subieeeendo
y los pasos perdiéndose.
El tiempo es arena en las manos
pero que a veces se queda pegado
como ese pasto en el culo de un jean
mientras aparecen los muertos
en las conversaciones
los parientes perdidos
devorados en las bocas de la noche.
La atención, entonces, se mueve
hacia esa voz cruzando la tarde
el patio entero para avisar
que tengamos cuidado con las flores
que son potentes, dice
y es tarde
porque ya todos han fumado
como siempre es tarde
y la atención se ha vuelto a mover
hacia otro lado
mientras tantas cosas ocurren
las miradas dislocadas
las manos rebuscando en los bolsillos
a ver si ahí se ha caído el encendedor.
Todo eso que se pierde para siempre
o que no, que se queda
para volver a entrelazarse.
Las líneas del dibujo del tiempo demorándose
como el tejido que se estira
en aquel suéter que se pone
un invitado demasiado obeso
porque está cayendo la oscuridad
y la brisa fresca de abril se hace notar
como se hace notar
un comentario hecho al oído
un secreto dispensado y feroz
como el deseo de una isla
en el final de una ciudad cualquiera
en un barrio lejano
en los bordes de una fiesta siempre en fuga.
y otro más
prueba un bailarín
como intentando deshacer
las escaleras del tiempo
en una pista de baile improvisada
allá, en ese patio
donde se celebra un cumpleaños
tantas cosas ocurriendo
tantos puntos interceptados
por entre esos besos
a los vasos de vino
el sol escurriéndose
desde los ramajes de los cítricos
y la música subiendo
y las risas subieeeendo
y los pasos perdiéndose.
El tiempo es arena en las manos
pero que a veces se queda pegado
como ese pasto en el culo de un jean
mientras aparecen los muertos
en las conversaciones
los parientes perdidos
devorados en las bocas de la noche.
La atención, entonces, se mueve
hacia esa voz cruzando la tarde
el patio entero para avisar
que tengamos cuidado con las flores
que son potentes, dice
y es tarde
porque ya todos han fumado
como siempre es tarde
y la atención se ha vuelto a mover
hacia otro lado
mientras tantas cosas ocurren
las miradas dislocadas
las manos rebuscando en los bolsillos
a ver si ahí se ha caído el encendedor.
Todo eso que se pierde para siempre
o que no, que se queda
para volver a entrelazarse.
Las líneas del dibujo del tiempo demorándose
como el tejido que se estira
en aquel suéter que se pone
un invitado demasiado obeso
porque está cayendo la oscuridad
y la brisa fresca de abril se hace notar
como se hace notar
un comentario hecho al oído
un secreto dispensado y feroz
como el deseo de una isla
en el final de una ciudad cualquiera
en un barrio lejano
en los bordes de una fiesta siempre en fuga.