En un momento, Recabarren ríe.
El locutor ríe.
Quién ha llamado ríe.
El locutor ríe.
Quién ha llamado ríe.
Están sumergidos en una gran historia sin dirección, están escuchando algo
irrecuperable.
Mientras
investigo para una ponencia de literatura Argentina, leo el cuento de Borges El fin. En ese texto, me encuentro con
un personaje que ya conocía: Recabarren. En realidad, ya conocía al Recabarren
de Borges, ya lo había leído antes, más de una vez, pero hace mucho. La
familiaridad del nombre tenía que venir de otra parte, estaba seguro, una
lectura más cercana. Pensé en Capote o en Vonnegut. Pero no, ¿qué iba a hacer
un Recabarren ahí? Ah, sí, claro. Los Centeno de Natale. En efecto, allí
está Recabarren. ¿Qué hace Recabarren en la novela de Natale? Les cuento: en la
novela de Natale se siguen varias historias de distintos personajes que se
apellidan Centeno. Estos diferentes Centeno pueden o no ser familiares, pueden
o no estar relacionados. No importa. En todo caso, en el libro deambulan otros
personajes que no son Centeno, pero que, sin embargo, algo implicado en la
palabra Centeno los relaciona. Recabarren
es uno de ellos.
Atendamos a
una cosa: Centeno es un apellido y es un cultivo (el hermoso whisky se hace de
su destilación) y es parte del título de una de las novelas más famosas de la
literatura contemporánea (a la cual, sin duda, Natale homenajea). Por otro
lado, no hay que olvidar que Centeno es una palabra y, por lo tanto, es también
una hilera de sonidos. Recabarren, entonces, es uno entre otro de los muchos
personajes que sigue la perspectiva narrativa y que no se apellida Centeno,
pero que está relacionado con la palabra Centeno. Pero ustedes dirán ¿qué hace
Recabarren en la novela de Natale, maldita sea? Bueno les cuento: en el colegio
al que asiste, Recabarren dibuja, dibuja mucho, y una de las cosas que intenta
dibujar es una imagen para las palabras “filas de centeno”. Pero ¿cómo hacerlo
siendo que en esta parte del continente, a menos que busquemos en internet, muy
pocos tendrán una imagen para esas palabras? Imágenes y sonidos: ¿qué loco, no?
Después, Recabarren deja de dibujar y
repite muchas veces ese año del colegio. Más tarde, algo le pasa y se recupera
socialmente: se recibe y termina conduciendo una sección en un programa de
radio, sección a la que él decide llamar “Filas de centeno”. El primer día la
sección no funciona. El segundo día es un éxito. Durante una hora y media
Recabarren recibe llamados de los personajes de la novela. Seis de los siete
que llaman se apellidan Centeno.
¿Y qué tiene
que ver con el Recabarren de Borges? Tal vez, un homenaje. En la novela hay
varios guiños de este tipo, una suerte de indicios para armar un rompecabezas
de la tradición literaria a la que adscribe el autor. Más probable es que sea sólo
una coincidencia, un gusto particular y aislado por el sonido Recabarren. O quizá
Natale conoció un Recabarren real que hablaba poco y dibujaba mucho. No lo
sabemos. Se puede, de todos modos, arriesgar otra hipótesis. Algo rebuscado y
casi sin sentido. Pero no veo por qué no hacerlo. Al fin de cuentas, leer un
libro es mezclarlo con otros en el cubilete de nuestras memorias para sacudirlo
y reencontrarnos con combinaciones azarosas e inusitadas.
Entonces, les
sigo contando: en el cuento de Borges, Recabarren es el pulpero hemipléjico que
atestigua por segunda vez un duelo clásico de la literatura argentina: Martín
Fierro vs. Un Moreno. El cuento de Borges imagina otro final, menos
reaccionario, para la obra de Hernández: una buena pelea a cuchillos en la que
el moreno hijo deja tieso a Fierro. ¿Y Recabarren? Recabarren es el dueño de la
pulpería, el testigo. Es desde la mirada de Recabarren que asistimos a este
otro duelo final: “Desde su catre, Recabarren vio el fin”. Y es también desde
sus limitaciones: “Después vino otra puñalada que el pulpero no alcanzó a
precisar”.
Pero ¿cuál es
mi hipótesis? Bueno, esta es: ambos Recabarren son el punto de cruce en el que
se anudan las distintas historias. ¿Eso nomás? Eso nomás. La profundizo
resaltando una diferencia que tiene que ver con las imágenes y los sonidos: en
el cuento de Borges se trata de la mirada
de Recabarren. Recabarren testigo, ojo, mirada desde la cual accedemos al fin
de Fierro. Punto de cruce, la mirada de Recabarren nos permite entrelazar dos
finales posibles para el destino del gaucho. En la novela de Natale, en cambio,
es el oído de Recabarren. Es en su
calidad de escucha radiofónico, porque a pesar de que él es el conductor del
programa no dice más que unas pocas palabras, lo que permite el encuentro de
todos los personajes de la novela. Es, en otras palabras, a partir de la
escucha que recibe, el oído que como un vaso vacío permite que se llene de
historias, desde donde los personajes se entrelazan y dan cuenta de la cifra de
sus destinos tal como se han desarrollado en la novela.
Muy bien, eso
es todo. No se enojen. Como los Recabarren de Borges y de Natale, sólo quería
intentar un punto de cruce entre lecturas distantes.
Emiliano Baigorri
Publicada originalmente en Nudista
Emiliano Baigorri
Publicada originalmente en Nudista